+34 651 10 33 76         info@mnarvartepsicologa.es

Adicciones y perspectiva de género: una intervención psicológica que escuche la diferencia

Durante décadas, los tratamientos en salud mental —y en particular en adicciones— han sido diseñados a partir de modelos masculinos. Pero hoy sabemos que las mujeres presentan trayectorias de consumo distintas, con causas, síntomas y barreras profundamente marcadas por el género.

Durante décadas, los tratamientos en salud mental —y en particular en adicciones— han sido diseñados a partir de modelos masculinos. Pero hoy sabemos que las mujeres presentan trayectorias de consumo distintas, con causas, síntomas y barreras profundamente marcadas por el género.

Comprender esta diferencia no es solo un enfoque más justo, sino también más eficaz.

Muchas mujeres que atraviesan procesos adictivos no encajan en los estereotipos que solemos imaginar. Siguen trabajando, cuidando, cumpliendo con todo… pero viven una batalla interna silenciosa.

Según el EMCDDA (2023), ha aumentado significativamente el consumo problemático de psicofármacos en mujeres, como ansiolíticos o analgésicos. En muchos casos, el consumo comienza como un tratamiento prescrito, pero evoluciona hacia una dependencia invisibilizada.

· Por la culpa y vergüenza al pedir ayuda.

· Por el miedo al juicio social o a perder el rol de madre/cuidadora.

· Por la normalización del consumo médico: “si es recetado, no es peligroso”.

· Por traumas o violencias no elaboradas, que precipitan el consumo.

La evidencia es clara:

· Hasta el 74 % de las mujeres en tratamiento han vivido violencia física o sexual (CASA, 2010).

· En España, el 18,4 % ha sufrido abusos sexuales intrafamiliares (Emakunde, 2022).

· Pueden pasar hasta 18 años antes de pedir ayuda, por miedo, estigmas o presión social (Proyecto Hombre, 2023).

Estas cifras no solo muestran una realidad oculta: nos obligan a intervenir de otro modo.

No se trata de ideología, sino de ética psicológica. Una intervención psicológica con perspectiva de género implica:

· Reconocer el impacto de la violencia estructural en la salud mental.

· Entender que los síntomas no se manifiestan igual en hombres y mujeres.

· Ajustar el encuadre clínico al contexto de cada mujer.

· Evitar la revictimización y construir espacios seguros, empáticos y sostenibles.

Modelos como el Women’s Integrated Treatment (WIT), de Stephanie Covington, combinan trauma, género y apoyo entre pares, ofreciendo entornos protegidos y sin juicio.

No podemos seguir hablando de neutralidad. Lo neutro, muchas veces, ha sido masculino por defecto.

Nombrar el trauma, visibilizar las cargas sociales, reconocer las violencias vividas y adaptar la intervención no es opcional: es parte de una psicología actualizada y transformadora.

Este es el momento para revisar tus herramientas, integrar esta mirada y construir intervenciones más humanas y eficaces.

· Covington, S. (2008). Women and Addiction: A Trauma-Informed Approach.

· CASA (2010). Substance Abuse and the American Woman.

· Poole, N. & Urquhart, C. (2023). Gender-informed addictions treatment: A trauma-integrated perspective. Journal of Substance Abuse Treatment, 147, 108926.

· Proyecto Hombre (2023). Informe Anual sobre Adicciones y Género.

· EMCDDA (2023). European Drug Report: Trends and Developments.

· Emakunde (2022). Informe sobre violencia de género y salud en mujeres con consumo.